Sin nada que hacer

Okita Souji patrullaba por las calles como solía hacer en sus tiempos cuando pertenecía a Shinsengumi, vigilando que no se aparecieran tipos de otros escuadrones.

Suspiró dramáticamente entonces, había llevado algunas horas patrullando ya y ningún enemigo pasaba… ¡Esto era realmente frustrante! Extrañaba estar en una pelea, poniendo a prueba sus habilidades con la katana al máximo pero al parecer, este día no era su día de suerte…

-Ahh… En momentos como este estaría entrenando con Hajime-kun o molestando a Hijikata-san leyendo esos poemas cursis que tanto escribe- Habló para él. Y pues, la verdad era que siempre les recordaba, recordaba a todos sus amigos muy a menudo y aún más si se encontraba sólo (Lo cual era casi siempre)… El joven nunca pensó que les haría tanta falta.

Puso aquellos pensamientos de lado y sonrió melancólico. Souji se recordaba que ahora sus amigos estaban en un lugar mucho mejor o al menos, mejor que el lugar donde el joven se encontraba.

Siguió con su rumbo indefinido entonces, ahora más parecía que estaba paseando y no patrullando. Mientras andaba por las calles, Souji tomó una postura mucho más relajada o hasta pordía decirse “aburrida” El chico apoyó ambas manos en su nuca mientras marchaba.

<< Hmm… ¿Ahora qué diablos haré? >> Pensó miserablemente, dándose cuenta que no tenía más que hacer.

Los pensamientos nada importantes de Okita se vieron interrumpidos al voltear una esquina para luego chocar contra alguna persona descuidada, quien probablemente estaba apurado o algo por el estilo.

< En serio… ¿Quién voltea una esquina a esa velocidad? > Pensó un poco irritado.

Aquel choque sólo causó que Souji diera unos pasos atrás por el impacto. Sin embargo la otra persona no fue nada suertuda ya que ésta se fue de largo, cayendo de trasero en el proceso.

Souji bajó la mirada entonces, para ver a la persona que se había chocado con él. Sus ojos verdes se abrieron de sorpresa al ver quién se encontraba sentada en el piso frente a él.

Inmediatamente el rostro de Okita se animó, dejando que una sonrisa juguetona y pícara adornara sus labios.

-Ah, pero si es Yuki-chan~ - Habló confianzudamente, agregándole el “Chan” a aquella jovencita. Y aunque sólo la había visto una vez pero ya la trataba con cierta familiaridad, típico de Okita. Se inclinó entonces para ofrecerle una mano y así ayudarla a poderse de pie. -¿Cómo has estado? ¿Me recuerdas, verdad? Soy aquel pobre moribundo que encontraste tirado cerca de tu mansión- Dijo. Aunque él estaba hablando de aquella vez que casi pierde la vida, su tono de voz era de lo más casual, como si se tratase de algo diario.

- Por si no lo recuerdas… Soy Okita Souji, a tu servicio. Mucho gusto Ojou-sama- Habló. Su sonrisa pícara ahora volviéndose a una más coqueta.

Sin apartar su mirada de los ojos de la chica, Souji tomó una de las delicadas manos de Yuki con las suyas para así, llevarlas hacia sus labios, plantando un suave beso sobre ésta.

Soltó la mano de aquella señorita con suma gentileza y escuchó atentamente las palabras de la chica que, al terminar de hablar lo hizo con un tono de tristeza. Okita la miró fijamente, frotándose la barbilla en el proceso, como si de algo estuviese pensando.

-Hmm, una lástima- El chico de pronto sonrió de nuevo, su rostro volviéndose a iluminar- Tal parece me puse en tu camino, Yuki-chan. Déjame compensarte. Te ayudaré a buscar lo que sea que estés buscando ¿Qué dices?- Propuso el joven. Y al ver la expresión de la jovencita, Okita no pudo evitar reír divertido- No tienes porqué poner esa cara. De todos modos no tengo nada que hacer- Agregó con un tono de voz algo molesto para luego encogerse de hombros de forma indiferente.

-¡Vamos! No aceptaré un “no” por respuesta- Insistió – Si se trata de dos personas buscando, habrá más posibilidades de encontrarlo y atraparlo ¿No lo crees?- Preguntó, su típica sonrisa volviendo a su rostro.