Mi humilde morada

Tao comenzó a avanzar incluso antes de tocar el suelo. Las astillas de todo lo que destrozaba volaban por los aires. Ya no eran zarpasos angulares, sino directos y rectos, buscando insertarse con brutalidad en su cuerpo. Paso tras paso, no había tiempo de ganar terreno, solo le quedaba esquivar los ataques con fluidos movimientos retrocediendo sin detenerse.

"Si esto continúa así..." Uno de los zarpaso lastimó su brazo "Si esto continúa así... se me será más difícil esquivarle" Se impulsó ganando espacio entre ambas. "No puedo dispararle! Demonios!" se corrió del camino manteniendo la distancia "Si le apunto, puedo llegara matarla.... que haré?"

Tao seguía tras sus paso, sedienta de sangre e imparable. Una idea se le clavó en la mente. Su mirada fueron indicaciones silenciosas para los sirvientes los cuales endemoniadamente eficaces se pusieron en marcha. Tras unos segundos, mientras escapaba de los furtivos ataques, todo estaba listo.

Corrió directo al encuentro con uno de sus sirvientes, el cual le alcanzó el FAL completamente cargado. Se volteó sobre sus tacones y apuntó sin más "Izquierda o derecha?" BAM!! La bala de 7.62 salió disparada por el humeante cañón, -AHORA!!- y cuatro sirvientes se abalanzaron contra ella amarrándola. Tao había sido detenida por la fuerza de cuatro demonios que la mantenían inmóvil. Un pesado suspiró salió de sus pulmones.

Las cuerdas que utilizaban para amarrarla necesitaban de la fuerza de diez demonios para ser destrozadas. Los sirvientes se enfilaron manteniendo las cuerdas tensadas.

-Te guste o no, deberás sacar fuerzas del BalzBlue para zafarte de esta.- dijo plantándose frente a la criatura amarrada. "Si todo sale bien, ahora liberará el poder" Volvió a observar al sirviente de antes, el cual trajo entre manos el cadáver de la pequeña criatura. Ella lo tomó del lomo, dejándolo caer a las rodillas Tao -Recuérdalo.... murió por tu culpa...-

Tomaba grandes bocanadas de aire ya que le costaba trabajo respirar.
Tras las últimas palabras de Konna, su aliento fue tornándose cada vez más caliente creando una especie de vaho. Se quedó quieta unos segundos para retomar el aliento y después levanto la cabeza mirando a Konna, no le quedaba de otra.. tendría que usar el BlazBlue para librarse de los sirvientes.
Su cola se movía de un lado a otro como esperando el momento justo.
Su cuerpo comenzó a deformarse, comenzó a crecer, el color de su cola y orejas ahora era de un negro muy intenso, sus ojos con una total expresión de odio se tornaron de azul, el color característico del BlazBlue; su cuerpo comenzó a cubrirse de llamas negras y sus garras crecieron:

Spoiler:

Rompió las sogas que la ataban son problema alguno y los demonios salieron volando, soltó un fuerte rugido y dirigió su mirada a Konna, y levantó una de sus patas soltando un veloz y fuerte zarpazo.

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NOTA: le robe la imagen a narutin xD fue lo mejor que se me ocurrió

Finalmente lo habían logrado, Tao había alcanzado el estado de BlazBlue, pero a caso era consciente de sus acciones?

La primera parte de su misión se había logrado, la segunda era "Controlar a Tao!!" El zarpaso fiero se abalanzó contra ella, buscando ahora destrozar su cuerpo con un solo movimiento. Con los ojos clavados en aquella gigantesca y obscura criatura, saltó hacia atrás con el minino en manos para caer al suelo y gritar:-TAO!! DIME SI ESTAS AHÍ!!- en búsqueda de una respuesta consciente. La segunda fase de su plan se pondría en marcha.

Corrió para distanciarse cuanto pudo antes de que la enorme criatura llegara a ella. Se volteó en seco y extendió el brazo, en su mano estaba el cadáver del minino.

-SIRVIENTE!! Muestra tu verdadera forma ante nosotros!- ordenó, y el minino en su mano se transformó en uno de los demonios de frac.

-Nunca fue uno de tus nekos Tao!! Están todos a salvo en la villa!! Ahora si eres consciente de ésto, deja de atacar!!- esta era la prueba de fuego para ver si la esencia de Tao seguía viva en el fondo de semejante criatura infernal. El sirviente que se hizo pasar por el minino estaba intacto y de pie junto a ella. Había sido todo una farsa para poder despertar el BlazBlue de la nekogirl. Ahora venía el momento decisivo.

A caso Tao comprendió en su profunda rabia que todo había sido una mentira? Sera ella capaz de controlar semejante poder en aquellas condiciones? O el hecho de estar a merced del BlazBlue dejaba a su consciencia dormida?

"Dios, Tao....dime que escuchas mis palabras" quedó a la expectativa.

En ese estado, la bestia no tenía otro sentimiento que no fuese la ira, era incapaz de reconocer a "su cría" ni a Konna, en ese estado lo único que deseaba y sabía hacer era destruir todo lo que pudiera, se detuvo unos instantes para mirar a Konna con esos enormes orbes azules y brillantes para rugir y con un zarpazo más arrastro al sirviente que se encontraba junto a Konna con todo y la tierra en la que se encontraba parada, en seguida pasó de él y continuó caminando destrozando árboles, arbustos y atacando a los sirvientes, por donde caminaba, el césped se secaba, los bellos rosales que parecían requerir de tanta dedicación se marchitaron y las ardillas y aves morían.

Estaba más que enfurecida la criatura en la cual no quedaba rastro alguno de la inocente Tao.
Comenzó a correr camino a la mansión entrando a la fuerza rompiendo ventanas y paredes, golpeaba con sus garras todo lo que veía mientras rugía.

Mantener aquellas esperanzas era en vano. Tao ya no estaba controlando su cuerpo, un especie de letargo inundó su consciencia, dejándola a merced del terrible poder. Se aventó contra el sirviente junto a ella y arrastrando con él todo a su paso. Pudo esquivar el zarpaso, pero la criatura corrió hasta el interior de la imponente mansión.

Apresurada por detenerla, no tuvo otra opción que empuñar un de sus armas secretas. Aeon no lo sabía todo, ni lo había visto todo, pero aparte de aquél interesante "juguetito" la mujer poseía dos armas más que ningún humano hubiera podido imaginar. Blasfemó tras darse cuenta de que no tenía otra chance. No le agradaba develar uno de esos secretos, pero Tao estaba fuera de control, y si no hacía algo, pronto acabaría con todo.

"En mi poder tengo tres armas.... Una es ahora propiedad de mi amo Aeon, la segunda la porto conmigo,la tercera esta secretamente guardada, y ni siquiera me es sencillo a mí alcanzarla... No tengo otra opción, deberé utilizar la que llevo conmigo"

-Juro que te odio Aeon.... Con todo mi ser!!- musitó mientras tomaba un pequeño arete que llevaba en su lóbulo izquierdo. Era una piedra similar al diamante, pero con un resplandor especial. Su belleza se asimilaba a las Gemas Swarovski, más dura que el diamante, y tan pequeña como una gota de agua engarzada en un sencillo arete. La apoyó sobre su palma y ésta comenzó a emitir una brillante luz blanca que acabó por cubrirlo todo.

Sintió como aquella pequeña piedra cambiaba su forma, moldeándose rápidamente hasta que la luz disminuyó y un enorme arco de 1.70 de largo se apareció sobre su mano. De un tono plateado muy singular destellaba pequeños haces de luz. Empuñó el arma al tiempo que se echaba a correr tras Tao.

La enorme bestia destrozaba todo lo que encontrara en su camino, inundada y poseída por la rabia, su juicio era ciego a su accionar. Le alcanzó a toda prisa, saltando los escombros del camino. Se detuvo a unos cuantos metros, y sin siquiera respirar lanzó el primer flechazo. Un fuerte luz se disparó del enorme arco, la cual buscab terminar su trayecto en el hombro de la gigantesca criatura.

-Si me buscas aquí estoy!!- llamó su atención a todo pulmón -Yo soy quien causó todo esto, ASÍ QUE VEN POR MI!!-

Cuando la flecha se clavó en su hombro se perdió entre las llamas negras, la criatura ni siquiera la sintió y continuó destruyendo la gran mansión, pero esta tenía una energía "constructiva" y "blanca" por así decirlo.
Al hacer contacto esa especie de energía con la sangre dela criatura se convirtió en un fluido plateado muy espeso que velozmente comenzó a correr por sus venas ya brotar de la superficie (ya que no es piel) y salía entre las llamas negras que cubrían el cuerpo de lo que alguna vez fue Tao. Sintió un leve cosquilleo proveniente del lugar donde había caído la flecha y en unos segundos se convirtió en un ardor intenso, la bestia rugió y se llevó una garra al hombro desgarrándose este en busca de alivio... o de cortarse el brazo, la sangre negra mezclada con el líquido plateado que desprendía la flecha y escuchó la voz de Konna... esa humana pagaría por lo que ha hecho sufrir, no recordaba ni le importaba si era la culpable o no, pero con alguien tenía que desquitarse.

El animal aún más enfurecido siguió a Konna cayendo en la trampa de esta, sus pasos eran rápidos y de su boca y ojos comenzaba a escurrir la sangre y el "veneno" que tanto la estaban haciendo sufrir. Sacudía la cabeza para librarse del ardor que le quemaba la piel y le dificultaba el seguir a su víctima, finalmente comenzaba a alcanzarla.

A primera vista la herida causada por aquél arma tan singular no había generado ningún cambio en el panorama, hasta que las negras llamas disminuyeron su esplendor, y poco a poco aquella esencia plateada comenzó a sofocarlas.

La criatura que aún más irritada se encontraba, trató en vano deshacerse del vestigio de la flecha, pero era inútil. Por un instante se le quedó mirando, jamás había visto tal resultado en una criatura de ese tipo. Sabía que las flechas generadas por aquél Arco eran sumamente especiales debido a su procedencia, pero no que reaccionaran de tal forma en criaturas de aquél tipo.

Lo que alguna vez fue Tao, comenzó a seguirle nuevamente, ésta corrió a paso firme hasta encontrarse nuevamente en el patio trasero, dónde el espacio era propicio para su improvisado plan.

Uno de los sirvientes le lanzó un pequeño bulto envuelto en una tela púrpura intenso. De un solo movimiento se deshizo de la envoltura, para dejar ver un Grimorio de cuero obscuro con un enorme pentaculo grabado en su tapa.

Lo abrió sin perder el tiempo, y clavó los ojos en éste. Sus labios audaces comenzaron a moverse, dejando escapar indescifrables palabras. Los demonios que servían a sus órdenes trataban de retrasar el paso de Tao a toda costa, hasta que pudiera terminar con el hechizo que sin respiro pronunciaba.

Alzó la mano derecha al cielo, invocando el poder de las tinieblas, para que en imponentes cadenas aquellas luces oscuras amarraran el cuerpo de la enorme criatura. Levantó la vista al pronunciar las últimas palabras del conjuro. Bajos los pies de la Tao extraños símbolos comenzaron a brillar, apareciendo suspendido sobre su pecho un pentaculo iridiscente.

-Ante el poder que se me confiere, Taokaka te ordeno despertar de entre las tinieblas! Resurge de lo más profundo y encierra el oscuro secreto que conservas en tu interior!!! Cierra la puerta y conserva la llave... Eres el guardián y portador del temible poder!!! HAZ CASO A MIS ORDENES Y REGRESA AQUÍ AHORA MISMO!!!- el circulo bajo Tao comenzó a ser más y más estrecho, hasta cerrarse bajo ésta, a la vez que el pentaculo se grababa en su pecho, para luego desaparecer lentamente.

La luz del conjuro se desvaneció de apoco. Los ojos comenzaban a ver claramente una vez más. Solo esperaba que aquello halla resultado.

Esos molestos demonios trataban de impedir que se acercara a su objetivo y la bestia sin problemas los lanzaba por los aires con apenas y mover una garra, el problema fue cuando muchos de estos se le abalanzaron encima y entorpecían sus movimientos.

Por fin había podido librarse de casi todos los "pequeños" demonios que se habían prendido a su cuerpo y con algunos más aún tratando de detenerla (los cuales no lograban hacer nada por sí mismos) corrió a toda velocidad hacia Konna cuando las cadenas que había invocado surgieron del suelo y la atraparon...
¿AHORA QUÉ RAYOS ES ESTO? fue la expresión en el rostro de la criatura que con toda su fuerza trataba de liberarse y de rasgarlas, cada vez que pasaba sus filosas garras por estas cadenas y se rompía, se regeneraban inmediatamente, lo cual le hacía imposible liberarse.
Confundida miraba las extrañas luces que se formaban bajo sus pies y las pisaba con desesperación, las palabras de la mujer la inquietaban y cuando finalmente el pentagrama se gravó en su pecho, la bestia dejó salir un rugido aún más fuerte, como si el pentagrama le doliera hasta en lo más profundo de su ser, se retorcía y se desgarraba la piel hasta que pudo romper las cadenas, pero ya era demasiado tarde, el dolor de su transformación le impedía moverse, lentamente las llamas se fueron extinguiendo al mismo tiempo que el brillo azul de sus ojos desaparecía y su complexión se hacía mas pequeña hasta tomar la forma del cuerpo de Tao, la cual ahora sufría por las llamas que habían quemado su piel dejando tras sí unas marcas color azul claro que se iban desvaneciendo lentamente. Finalmente quedó la pequeña Tao recostada boca abajo con su traje destrozado y aún quejándose por el dolor.

Un gesto de alivió se imprimió en su rostro tras ver como la criatura lentamente regresaba a su forma habitual, pero poco duró tras ver el estado en que Tao había quedado. El grimorio cayó al suelo y solo el sonido de sus tacones retumbaron en el lugar. Los demonios de frac poco a poco iban recomponiéndose, mientras ella corría al encuentro de la herida Tao.

La tomó en brazos, escuchando sus leves quejidos. La piel de la neko estaba hecha trizas a causa de las implacables llamas, parecía apenas haber sobrevivido a un incendio.

-Tao!! Tao!! Me escuchas??!!- preguntó apenas dejando entrever la preocupación que la invadía. De sus heridas, ojos y boca aún emanaba la sustancia plateada que tanto daño le estaba haciendo. Inmediatamente transformó el arco nuevamente en el pequeño cristal, suspendiéndolo a la altura del corazón de la neko. Por los poros de su lastimada piel, el líquido venenoso comenzó a emanar, fusionándose con la gema. Tras unos segundos, ya ninguna gota se encontraba en su torrente sanguíneo. Dejó escapar un profundo suspiro de alivio.

-USTEDES!! TRÁIGANME UN BOTIQUÍN, VENDAJES, PAÑOS CON AGUA, UN MORTERO Y LAS HIERBAS QUE DICTA EL GRIMORIO! LOS DE ALLÁ, HAY QUE MOVERLA AHORA MISMO!!- comenzó a ordenarle a los sirvientes, los cuales apresurados corrían a acatarla.

En cuestión de minutos estaban en la habitación de la pequeña Tao, con ésta recostada sobre su cama y mal herida. Se quitó el abrigo dejando ver las manchas de sangre de aquellas heridas que ya habían sanado. Inmediatamente se limpió las manos, y tras ésto, las heridas de la neko. Toda la mansión estaba a las corridas, ocupándose cada uno de la orden que se le había dictado.

Un sirviente le ponía paños de agua fría para aminorar el ardor que las llamas dejaron sobre su piel. Ella en cambio, entre frascos y hierbas, molía una pasta en el mortero sobre la cómoda de la habitación. Seguía al pie de la letras cada instrucción que aquél libro dictaba, hasta por fin lograr un ungüento verdoso muy particular.

-Muévanse!- y así lo hicieron los presentes. Comenzó a embadurnar el cuerpo de la neko de pies a cabeza con aquella pasta, que olía similar a la menta con un dejo de romero y otras extrañas especias. Cada parte del aquél maltrecho cuerpo quedó de un tono verdoso que rápidamente fue absorbido por la piel, regresando a su tono rosado normal.

Se dejó caer a un lado de la cama -.....Listo.- El ungüento era una mezcla especial de distintas hierbas, que hubiera sido imposible lograr sin la ayuda de los endemoniados sirvientes. Con esa medicina ya actuando sobre la dermis, solo sería cuestión de minutos para que el dolor desapareciera, y de horas para que se regeneraran las células dañadas. Ese libro les había salvado la vida a ambas.

-Ahora déjenla descansar- dijo poniéndose en pie a la vez que se volteaba a una de las sirvientas -Tú serás mis ojos y mis oídos, velarás por su bien estar. Si algo llegase a suceder, me lo avisas de inmediato.... es un orden- y tras ello salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Cayó al suelo dejando la espalda reposada sobre la gran puerta de madera... "Estuvo demasiado cerca... En qué demonios estaba pensando Aeon?! A caso pretende utilizar el BlazBlue a su antojo?.... Eso podría matar a Tao. No solo no puede controlarlo, sino que la daña a sí misma. Esas llamas podrían haberla incinerado por completo... Es una locura... " se encendió un cigarro para darle una buena pitada mientras perdía la vista en el alto cielo raso del pasillo "Se supone que la entrene para que pueda dominarlo, pero la única forma en que pudo liberarlo fue dejándose llevar por la rabia... No era ella. Aún que ahora... con ese conjuro, se supone que debe ser capas de quitarle el sello a su antojo. El problema está en cuando la criatura toma posesión de su cuerpo..." ladeó la cabeza un par de veces "En el peor de los casos si muero el conjuro se rompe y el BlazBlue queda libre a causa de que ya se ha fusionado con su ser. Si lo libera y no es capas de dominarlo, volverá a quedar malherida o morirá. Es una situación demasiado delicada... Demonios!"

Quedó en silencio sumida en sus pensamientos por un buen rato. Tenía que idear algo para poder cumplir con su tarea... pero qué podría ser?

Había permanecido consciente todo el momento, pero no tenía energía para siquiera abrir los ojos, maldecía silenciosamente a Konna y a Aeon... ambos estaban locos... por su culpa ahora se encontraba en ese estado, por eso tenía tanto temor de utilizar el BlazBlue, no sólo peligroso para ella, sino para los demás.
Pero ¿qué podía hacer? ¿si "una de sus crías" estaba en peligro?... maldito Aeon, todo había ocurrido por su culpa, acaso no era mejor que él la entrenara? ¡¿QUÉ CHIN***** PASABA POR SU MALDITA MENTE?!... en fin, ya pasó.

Se relajó y dejó hacer su trabajo a Konna, pudo olfatear esa cosa verdosa que le untaría en el cuerpo, tenía un olor muy fuerte y desagradable pero sintió un enorme alivio al sentir la refrescante pasta actuar sobre sus heridas, le causaba ardor pero no comparado como el que tenía antes.

Giró la cabeza levemente y vio salir a Konna, esta no tenía herida alguna!! qué suerte que no la habia herido en su ataque de furia... había sido muy difícil para ambas...
Recordó lo que había ocurrido... nunca le pasó por la mente que se podía tratar de uno de esos sirvientes tan aburridos... valla! moría de ganas por ir a su villa y confirmar que todas sus crías se encontraban sanas, pero de nuevo eso no era posible, en cuanto se recuperara correría a buscarles, moría de ganas por ver a su familia... Konna también estaba loca -.-U

HABÍA SIDO UN DÍA DE LOCOS!

Tras un buen rato de estar tras la puerta, finalmente decidió ponerse en pie. Pasó frente a la habitación de Aeon, riendo para sus adentros "Maldito, si que tenes sueño pesado!"

Bajó las escaleras y al levantar la vista, vio el enorme destrozo que habían ocasionado a la mansión. Una brisa fresca se colaba por el enorme agujero que abarcaba más de la mitad de la sala principal! Todos los muebles hechos jirones, las paredes destrozadas, los pasillos deshechos......... "Maldita sea!! ES UN DESAAASTREEE!! Como que Aeon vea esto................... estamos muertas X_X"

Dio dos fuertes palmadas e inmediatamente todos los sirvientes de la mansión se enfilaron frente a ella. -Señores! Cómo verán tuvimos algunos "altercados" a lo largo de la mañana, pero esto no puede quedar así... Deberán repara la mansión en su totalidad. Aeon no debe saber qué sucedió aquí, por lo cual pido suma atención a los detalles! Este lugar tiene que regresar literalmente en el tiempo, a la perfección que tenía antes de comenzar el día, está claro?- Iba a ser una tarea larga, pero no podían dejar semejante destrozo por todo el lugar. Los sirvientes hicieron una respetuosa reverencia y automáticamente se pusieron a trabajar en ello. Ella por el contrario se dio la vuelta y regresó a su habitación.

En el espejo de cuerpo completo podía ver los vestigios del duro entrenamiento que habían llevado acabo. Las ropas rotas y manchadas de sangre, la suciedad en su rizado cabello, la mugre en su blanca piel -Puff..... doy asco!- y sin más se dio un buen baño.


"En cierto punto siento lástima por Tao... Fue una mañana difícil de eso no cabe dudas, pero la paso mal de verdad" rememoraba las escenas dónde lastimaba al "minino", las reacciones de Tao y las medidas que se vio forzada a tomar . Una idea se le vino a la cabeza: "Le daré una buena sorpresa" y una risita traviesa se le pintó en los labios.

Una vez terminado el baño, se vistió y salió a toda marcha en uno de los caballos de la mansión, acompañada por un carruaje de estilo antiguo con tres de los sirvientes. Para cuando regresara, la mansión ya estaría en óptimas condiciones.

No podía conciliar el sueño, aún seguía asustada. Respiró profundo y exhalo para relajarse, miró a la sirvienta quien no dejaba de observarla, ni siquiera parpadeaba... era un tanto perturbador la forma en que le miraba sin expresión alguna cuidando cada uno de sus movimientos.
La minina volvió a mirar al techo y levantó su brazo izquierdo para ver la magnitud de sus heridas, el dolor había desaparecido casi por completo aunque sus quemaduras aún permanecían.
Pensó en los destrozos que había provocado, quizá Aeon se enfadaría... bah! se lo merecía! no le faltaban ganas de seguir destrozando tan sólo para arruinar la bonita casa de su amo. - $%&!@$%!!.- murmuró enfadada, después miró de nuevo a la sirvienta y la maldijo, al ver que esta ni se inmutó, se enfadó más. Bueno, cuando se pudiera mover le gritaría de cosas sólo para desquitarse con la pobre.
Finalmente logró dormirse mientras maldecía a todo y hacía rabietas que sólo ella misma podía entender.

Pasó el resto del día antes de que pudiera regresar a la mansión. El ocaso inminente se plantaba en el horizonte, dejando ver los últimos rayos de sol que perdían la batalla ante la poderosa luna.

Al entrar con los sirvientes y sus nuevos huéspedes, la mansión estaba renovada. Era increíble la perfección con la que había trabajado el personal. Literalmente "nada ocurrió allí".

Se dirigió escaleras arriba seguida por la cuadrilla de compañía. Al llegar ala puerta de Tao la sirvienta que la cuidaba salió en silencio.

-Y bien?-

-Ha estado consciente. Las heridas parecen estar sanando bien, y por lo que he visto, ya no siente el dolor de las quemaduras. Ya lleva unas cuantas horas durmiendo profundamente- explicó la sirvienta.

-Eso es bueno- ya tras dicho eso tomó el picaporte y lentamente deslizó la puerta. Se volteó marcando silencio al paso que avanzaban en la habitación. Cuidadosamente uno por uno se fueron recostando junto a Tao. Al parecer ésta estaba realmente sumida en su sueño, ya que no fue capaz siquiera de darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Cuando todo estuvo listo, ella se retiró de la habitación, dejando a sus doce pequeños invitados en la habitación junto a Tao. La sirvienta se quedó con ellos, con la orden de complacerlos en lo que quisieran.

Tras salir una sonrisa se le enmarcó en los labios, realmente esperaba que aquella sorpresa fuera de su agrado, y que le permitiera descansar como era debido.

Pudo sentir apenas cómo se movían por la cama, pero estaba muy cansada, así que sólo se dio la vuelta para quedar recostada boca abajo sin darse cuenta de nada más mientras que los mininos tranquilamente comenzaban a dormirse, esa noche tuvo el sueño muy pesado y descansó muy cómodamente.

A la mañana siguiente los pequeños impacientes comenzaron a maullar y trataban de despertar a Tao jalándole la cola, el cabello y los brazos, el dolor había desaparecido por completo y apenas quedaban una que otra marca de las quemaduras, Tao con el sueño realmente pesado sólo se dio la vuelta y siguió durmiendo hasta que uno de los 12 revoltosos le retiró el cabello de la cara y le metió la pata en su boca, la rubia abrió los ojos lentamente encontrándose con ese minino que no paraba de maullar para que despertara, cerró los ojos de nuevo para librarse de aquel "sueño" y miró al techo por unos segundos cuando otro gatito ya se encontraba encima de ella, esta dio un brinco y miró a su alrededor; ahí estaban, su pequeña familia (de tamaño), los pequeños la rodearon abrazándola y mordiéndola, entonces hizo un conteo... estaban los 12, todos bien, la enorme sonrisa de la felina regresó a su rostro. -NYA!! <3~~.- Los mininos daban pequeños brincos para llamar su atención mientras que esta iba abrazando y lamiendo (besos o.Ó??) a uno por uno.
La sirviente llevó su traje en buenas condiciones y limpio mientras que otro toco la puerta y entró con un carrito y una bandeja con varios vasos y un jarrón con leche con miel, mientras que Tao se quitaba el camisón y se ponía su traje sin importarle que le miraran, los gatitos ya habían atacado al sirviente para que les sirviera su vaso a cada uno, el pasillo completo se llenó de maullidos de mininos hambrientos y emocionados.

Esa mañana se había levantado inusualmente temprano, entrenó desde la salida del sol. Para las once de la mañana ya había cumplido con aquella vieja rutina que quería retomar.

Tras una buena ducha para quitar el sudor, bajó a usurpar la cocina en busca de algo para comer. Entre una buena taza de café y una generosa porción de pastel, su apetito había sido saciado y ahora solo faltaba ocuparse de un pequeño detalle que hacía rato le rondaba por la mente.

De camino a su habitación, un sonido le llamó la atención. Maullidos se sucedían desde la recámara de Tao. Algo le decía que ésta no tardaría mucho en despertar. Caminó hasta la puerta asomando la cabeza, viendo el despilfarro que se alzaba en aquél lugar. Aquellos dos sirvientes atareados atendiendo a los mininos, y Tao finalmente de pie.

Una sonrisa iluminó su rostro al ver tal escena, y la risa se asomó al notar el rostro del sirviente.

-Tao, espero hallas descansado bien- eran las primeras palabras que le dirigía tras lo sucedido. Pero no tuvo otra chance, no quedaba otra más que haberle jugado esa treta para que despertara el poder dormido. Ella no era capas de sentir una verdadera lástima por alguien. Era fría en muchos aspectos, pero en cierto punto, algo había logrado Tao en ella.

Se alegró al ver a todos los mininos tan activos.

Mientras se ponía sus zapatos miraba divertida a los sirvientes tratando de atender a los 12 inquietos mininos que corrían de un lado a otro, justo como si fueran Taos en miniatura.

Al asomarse Konna por la puerta algunos gatitos corrieron hacia ella olfateándola y maullándole simplemente por llamar su atención y saludarla, después de nuevo a donde estaba Tao, así se encontraban por toda la habitación, nunca habían estado en un lugar similar.
Tao miró a Konna manteniendo su mirada seria por un momento, había sufrido bastante, pero en verdad el BlazBlue no era nada fácil de dominar... quizá Konna hubiera podido tomar otro método... pero bueno, Tao no era del tipo de personas que guardaban rencor, y realmente estaba feliz por ver a sus pequeños después de semanas. -Buenos días Konnya! .- una sonrisa de gratitud se pinto en su rostro, como si nada hubiera pasado ayer.

Aquella enorme sonrisa que Tao le dedicó calmó un tanto su preocupación. Al margen de haber tomado aquellas medidas para su entrenamiento, esperaba que no le guardase rencor.

Los mininos la olfateaban incesantes y aquello le llamaba la atención, pero inquietos y un tanto tímidos, si se les acercaba éstos corrían a ocultarse tras las piernas de Tao. Una sonrisita se pintó en sus labios, para luego preguntar en tono amable: -Cómo te encuentras de tus heridas?- a simple vista podía notarse que el efecto del ungüento había trabajado bien sobre su piel, y que las heridas cicatrizaban a una velocidad sorprendente.

-Hoy no entrenaremos- dictaminó en un tono serio -Disfrutarás del día junto a tus mininos, te lo has ganado...- pero su voz demostraba entre líneas, que el día siguiente sería difícil. No sabían por cuánto tiempo invernaría Aeon, así que debían apresurar la marcha en el domino del BlazBlue.

Miró a los mininos ocultarse tras sí, curiosos por naturaleza, todo quería explorar, destruir y olfatear, le recordaban a ella de pequeña.

Ya casi se había olvidado de sus heridas, ahora no le quedaba más que un leve ardor al rosar con la tela, mostró algunas marcas aún ligeramente de color rosa que se encontraban en sus piernas. -Esa pomada extraña me curó casi por completo...- se acercó a Konna mostrándose realmente alegre cuando dijo que no entrenarían hoy, realmente era un martirio entrenar y claro, no podría hacerlo con todos sus pequeños presentes, alguien tendría que cuidarlos (de por sí Tao ya era un desmadre, ahora con doce criaturas iguales a ella...)

-Gracias, Konnya!.- Ronroneó con entusiasmo al poder pasar tiempo con los nekitos, hacia tanto tiempo que no podía, aunque sabía que eso significaba que mañana sería difícil el entrenamiento.

-Muy Bien!! Quién quiere salir de paseo?!!- dijo entusiasmando a los mininos. Asignó un sirviente a cada neko para evitar que se metieran en problemas. Siendo "de tal palo, tal astilla" se podía asumir tras conocer a Tao, que esas doce criaturitas serían sin lugar a dudas, doce terremotos descontrolados. "No es una opción volver a reconstruir la mansión n.ñ" pensó mientras se adelantaba a los hechos.

-Ok!!- palmeó entusiasta la espalda de Tao. -Tu te me vas con tus doce mininos a juguetear por la mansión, y yo me ocupo de algunos asuntillos.- y dicho esto, la despachó junto a los mininos.

Aquello sería bueno para Tao, mientras que por otra parte, le daría tiempo de sobra pra ocuparse de sus planes.

Los mininos comenzaron a dar pequeños saltos impacientes y entusiasmados ya que nunca habían salido de su pequeña villa, para ellos, la enorme mansión no era nada comparado a su hogar, hacer travesuras ahí seguramente sería muy divertido...

Tao también se había entusiasmado y ronroneó frotando su cabeza por los hombros de Konna -Nya! gracias Konnya.-.

La felina caminó hacia las escaleras para tomar el desayuno el cual los sirvientes preparaban ya a toda velocidad, tras ella los mininos que al parecer sólo sabían maullar siguieron a Tao por el pasillo esquivando a Konna y corriendo por todas partes.
Tao se detuvo por un momento.-Hasta cuando se tendrás que terminar el entrenamiento?.- Se giró algo preocupada para mirar a la mayor mientras los mininos la jalaban de las patas y las piernas.

Bajó la mirada perdiéndola por unos instantes. -Tao, tenemos dos opciones: O cumplimos con nuestra misión al dominar el BlazBlue, o fracasamos defraudando a nuestro amo Aeon. caminaba por el pasillo de camino a la planta baja. -Espero que hagamos la primera...- y con ello bajó las escaleras, encerrándose en el despacho principal. tres sirvientes la acompañaron, y a puerta cerrada, solo un murmullo inteligible se podía percibir desde el pasillo.

La miró con los ojos bien abierto pensando en que desearía tomar la segunda opción, pero era más que obvio que Konna no permitiría eso. -Claro! nya~ hay que dominar el poder a cómo de lugar!.- Seguro más tarde se arrepentiría de lo que estaba diciendo.
Se dio la vuelta y bajó corriendo las escaleras con el montón de pequeños gatitos tras ella,
Caminó hasta el comedor para que los pequeños terremotos comieran, había mucha comida en la mesa, pero los nekos tenían planeado cazar su desayuno y corrieron para tirar un pecero y obtener a sus presas, bueno, el comedor era un lugar muy aburrido... quizá algún lugar donde hubiera libros o cosas que romper.

La reunión se extendió unas cuantas horas, siendo interrumpida por otro de los sirvientes.

-Muy bien señores, espero halla quedado todo claro... Como ya saben, pido discreción- dicho aquello se puso en pie y tras los pasos de sus sirvientes salió última de aquél despacho. Cerró la puerta tras de sí, para dirigirse hasta la puerta de la habitación de Aeon. -...No sabes la sorpresa que te espera...- susurró entre dientes con aquella tan distintiva sonrisita suya.

Se encendió un cigarro mientras tranquilamente se dirigía escaleras abajo. "Qué demonios estaría haciendo Tao y su tropilla de revoltosos?"

La mansión de Aeon ya tenía la firma de la familia kaka por todas partes.
En el desayuno, los pequeños arrasaron con la comida, daban una probada de la comida y la dejaban, lo cual les parecía algo exasperante a los sirvientes pero estos sólo complacían a los mini terremotos. Una vez satisfechos corrieron por los pasillos observando los jarrones que estaban sobre los muebles que adornaban los largos corredores, los empujaban para hacer caer la porcelana y correr para alcanzar a Tao y colgarse a sus piernas mientras ella se dirigía al patio para poder jugar con más libertad.
Los pequeños se dispersaron buscando ardillas o pajaritos que cazar, ya habían atrapado un par de peces de una bonita fuente con un ángel como dispersador de agua.
Tao los llamo a todos para reunirlos a su alrededor y de su traje sacó una lata, el mejor juego que existía para ellos: patear la lata. Corrían por todas partes para evitar ser tocados por Tao, finalmente uno de ellos consiguió patear la lata y esta salio disparada hacia una de las ventanas de la mansión y la ventana recién lavada terminó siendo un montón de vidrios rotos. -...Ups... espero que Konnya no se de cuenta ._.U - No le tomó importancia y continuó correteando y destruyendo el jardín de su amo.

No llegó al pie de la escalera, que el cristal junto a ella estalló en pedazos. Al dirigir la mirada al patio de la mansión, las dudas se disiparon.

-No sé que haría sin estos demonios sirvientes...- y un profundo suspiro se salió de sus pulmones al ver como aquella cuadrilla destrozaba el jardín trasero -Oye Tao!! Intenta no destrozarlo todo!!- pegó el grito asomada desde el agujero dónde antes estaba el vidrio.

"Bueno, bueno, está bien que estos tipos arreglan cualquier cosa... pero mejor no presionarlos. Ya me imagino una revuelta del personal...'Huelga de sirvientes por sobreexplotación'....... ya me la veo venir" ¬¬