Mi humilde morada

-Nya~ pero la señorita pechugas está muy bien proporcionada.- la miró de los pies a la cabeza y pasó una de sus manos por las piernas de la contraria jugando -Yo no tengo mucho que presumir por detrás nya~.- Amplió su sonrisa y se acercó a Konna juntando sus pechos. -Nya... así que ya ha salido con muchos chicos? los debes traer a tus pies con tremendos atributos!- Bajó la mirada mientras se observaba a sí misma deseando tener un cuerpo más grande y regresó la mirada a la mayor mientras se sentaba contraria a ella para poder escuchar su respuesta sin darle la espalda.

"Bien proporcionada" Comenzó a negar con las manos -Pero qué dices Tao!- aquello le había causado gracia. Pero la inquietud de la gatita la descolocó un poco.

Tras unos segundos volvió a acomodarse en la bañera para contestarle. -No sé si para tanto... n.nu Esta bien.... te contaré.- hizo una muy breve pausa para tomar aire y comenzar con su breve relato -Hace ya unos cuantos años atrás, cuando el mundo no era el desastre que es hoy en día, mi vida era un "poco" bastante mejor que la que tengo ahora. Asistía a mascaradas de las altas clases, a tertulias, hasta usaba zapatos de tacón y finos vestidos- los ojos se le iluminaron levemente al recordar aquellos momentos. -Mi trabajo era el mismo, mercenaria y de las más cotizadas. Era una asesina a sueldo disfrazada de princesa- rió tras la ironía de aquello - Y mis presas siempre fueron hombres. Nada que un buen escote y palabras filosas no pueda atraerlos- esa mueca macabra se pintó en sus comisuras -Lo admito, hubo veces que deví hacer cosas que no necesariamente me agradaran, pero eres muy joven para escuchar aquello- calló tras ello. -Pero bueno! Se puede decir que era una casanova "peligrosa" ;D-

Escuchó atenta sus palabras (algo extraño par ala chica tan distraída) y al escuchar mercenaria se sobre saltó, se la imaginaba como en una novela como las que le gustaba "leer" (sólo leía uno o dos capítulos y destrozaba las demás páginas). -Nya! la vida de Konnya debe de ser muy interesante!... pelear con esos hombres, eliminar a las personas!.- Lo decía con emoción y drama, cerró los puños y los ojos le brillaron, absolutamente nada que ver con su vida. -Mi villa ha estado hundida desde que nací... ya estaba así antes de que el mundo se pusiera mal... qué valor tienes!.- Le parecía una historia fascinante.
... Muy joven? pensó que no era correcto decírselo a alguien que tenía una camada de 12 gatitos y una villa a la cual alimentar, sonrió al imaginarse lo que sería vivir "arriba" con las personas con dinero.
-Cómo son las fiestas? y usar vestidos... cómo son los humanos "nobles"?...- No se quiso quedar con la inquietud y mientras escuchaba, se enjuagaba el cabello con las manos.

Le llamó la atención que su pequeña historia la cautivara. Era extraño ver que Tao prestara atención!

Rió abiertamente al escuchar sus inquietudes -Pues bien, te contaré- dijo inclinándose a ella, quedando muy cerca, como si de un secreto se tratase -Las fiestas al igual que las tertulias se realizaban en mansiones como estas, llena de manjares y sirvientes que te daban todo lo que buscaras.- su voz sonaba como si relatara un cuento de hadas -Una enorme orquesta marcaba los compases de los bals, y el salón se llenaba de bailarines. La música sonaba toda la noche sin descanso, y la gente lucía maravillosos trajes. Recuerdo haber ido una vez a una mascarada.. la belleza de aquellos antifaces era sorprendente...- era quizás una delas cosas que mas le gustaba recordar de aquellos años.

-Los vestidos eran laaaargoos, de tacones altos e imponentes peinados, joyas que relucían por todos lados, muy maquilladas y coquetas! Y los hombres portaban elegantes trajes, lustrosos zapatos y todos bien perfumados...- volvió silenciar. -Pero referente a como es la gente de la alta sociedad... pues no hay mucho bueno por decir. No suelen ser muy considerados con la gente de poco poder económico, ni siquiera entre ellos mismos, ya que la mayoría que contrataba mis servicios eran gente de riqueza, que por tal o cual motivo, buscaban terminar con alguien de su círculo- se volvió a recostar, ahora encendiendo un cigarro con la mano ceca. -Son bastardos sin alma que solo buscan poder. Todas aquellas ostentosas fiestas solo eran la pantalla para ocultar sus verdaderas entidades. Y ahí iba yo, armada hasta los dientes y disfrazada de princesa... codeándome incesante con aquellos ricachones.... Pero bueno, esa es mi historia- dijo cerrando los ojos y dando una larga pitada.

Se emocionaba con su historia, su mente graficaba cada cosa que le decía, los vestidos, la música, las personas... era algo fascinante, se alucinaba con su relato, moriría por ir a algún lugar así. -Cuando era pequeña, Aeonya tuvo una fiesta así... yo no tenya permitido salir de mi habitación, tan sólo podía escuchar la música y el barullo de la gente, veía por la ventana como entraban las mujeres con vestidos muy grandes nya!...- Guardó silencio observando el humo del cigarro y perdiendo la vista en este y suspiró. -Qué agradable debió de haber sido... en cambio, en mi villa sólo hay casas destruidas, un poco de luz, fuego y poca gente, la gente se pelea por la comida nya! no podemos salir porque pertenecemos a las clases más bajas, antes éramos de los clanes más poderosos.- decía casi para sí misma recordando a su querida familia. -Y hay que cuidar mucho a los gatitos! nya por eso tengo que trabajar duro!.- no se cansaba de repetirse el motivo por el cual tendría que aprender a usar el BlazBlue... aunque realmente no comprendía mucho de qué trataba la guerra... sabía que había que conseguir un libro... pero por qué era tan importante?... acaso era la única biblia que quedaba en el mundo?... en fin... ella haría lo que le dijeran y punto.

La descripción de Tao era bastante devastadora. Pero sabía a lo que se refería. Más allá de las mentiras que se ocultaban tras aquellos antifaces, también conocía la devastadora realidad de quienes no tenían nada. Si a fin de cuentas, si no fuera por Aeon aún seguiría en esa choza de chapa que se derrumbaba lentamente.

-Me alegra escuchar eso!- dibujó una sonrisa en sus labios. Era bueno ver que Tao se mantenía entusiasta en cuanto aquello, sino lograr que dominara el BlazBlue sería una tarea imposible de realizar.

-En fin, hazme el favor sino es molestia de fregarme la espalda Doña Pechugas Laroo! ... Es que me da pachorra ^^u!- una cara picarona dominó su rostro.

Al parecer, quizás no sería tan difícil ocuparse de Tao, hasta podrían hacerse amigas después de todo.

-Nya!...- asintió enérgicamente...
Eh?... Doña pechugas?...

Mientras Konna se daba la vuelta, Tao tomó el estropajo de donde se encontraba el shampoo, trató de hacerlo con cuidado por miedo de resbalarse de nuevo, le retiró el cabello de la espalda y comenzó a tallarla con ambas manos.
-Nya~~ qué piel tan suave tiene la señorita bubies! parece papel!.- se abrazó a ella ronroneando y frotando su cabeza con la de la contraria para separarse de ella y continuar tallándole la espalda.

Sintió como Tao se le abalanzó encima, restregándose en su cabeza con su rubia melena, cuando la 'curiosidad intentó matar al gato' . Lentamente y con una aterrorizante mirada se volteó hacia Tao. Aquella sonrisita curiosa dominó el gesto en su rostro -Oyeee... Taoo.... cómo luce tu rostro?- y lentamente acorraló a la gatita contra el fondo de la bañera antes de que pudiera escaparse. -Vamos, muéstrame!!- otra que un luchador se le lanzó encima intentando corrérle los largos rizos del rostro. Cayó con todo su cuerpo sobre el de Tao, forcejeando a ver si lograba por lo menos descubrir el color de sus ojos.

Tao tironeaba y alejaba el rostro tanto como su cuello le era posible, mientras que jalaba de ella para separarla con todas sus fuerzas. Pero cual garrapata, se le había aferrado a la cintura y no pensaba soltarla. Se reincorporó como pudo -Dale Tao!!!- la gata maullaba a dos manos con tal de que no le tocase el rostro. Hasta que la atrapó con sus super bubies -JA! Te tengo!- y cuando por fin estaba por develar el misterio, Tao la empujó con las piernas, haciendo que su húmedo y jabonoso cuerpo se resbalara por la tina hasta quedar boca abajo dentro de ésta.

La minina ágilmente se escapó de sus garras colgándose de una de las pesadas cortinas de la habitación, tan alto como podía. Ella, que tras una buena bocanada de aire, salió de la bañera, se plantó en la puerta tal cual estaba. -TAO!! No te me hagas la rebelde!- y con ello se dispuso a atraparla.

Comenzó a escalar la cortina rápidamente, hasta quedar a la altura del gran ventanal, dónde afuera, los sirvientes se ocupaban de los quehaceres. Su rostro se tornó de un rojo fogoso al recordar que estaba desnuda, colgada de una cortina y en frente de la ventana. Inmediatamente se tiró al suelo, quedando sentada dónde solo la punta de la cabeza se hacía visible desde el patio. -No es justo... a ti no te ven!- dijo inflando los mofletes y arrastrándose nuevamente hasta el baño.

-Ok, ok...... ganaste ¬¬- Se rindió finalmente, cubriendo su cuerpo con el deshabillé verde agua y tirándole una toalla a la minina para que no pescara un resfriado. -En fin...- suspiró pesadamente al ver la noche imponente tras los cristales. -Será mejor que descansemos, sino mañana no habrán fuerzas para entrenar.-

Tras aquello, llevó a Tao hasta su habitación, arreglando los preparativos para la mañana siguiente. Al terminar de dar las órdenes pertinentes a los sirvientes, se dispuso a regresar a su habitación... cuando paso por enfrente de los aposentos de Aeon.

Se detuvo por un instante frente a la enorme puerta, reposando su mano sobre el picaporte, como si fuera a abrirla con toda la naturalidad del mundo. Cuando se dio cuenta que esa era su verdadera intención. Se detuvo en seco. "No debo..." y se retiro directo a su cama.

Tras unos segundo... finalmente se había dormido.

No dejaría que le viera el rostro, no tenía nada qué ocultar, simplemente le parecía un juego divertido el que las demás personas se preguntaran por su rostro... ahora doblemente divertido ya que Konna había entrado al juego, con agilidad esquivaba los veloces movimientos de la contraria.
Reía y tironeaba de la mayor para safarse, lo cual no le resultaba tan fácil porque se le resbalaba la piel mojada chocando con el cuerpo de la contraria. -NYAA!!! >w<.-
Finalmente logró poner sus pues en el abdomen de la morena y con fuerza la empujó aprovechando que había caído en el fondo de la tina para salir de esta y lo primero que vio fueron las cortinas, corrió hacia ellas resbalando debido al agua que habían salpicado en el piso por el alboroto, se apoyó en cuatro patas para darse un impulso y de un salto logró prenderse a las cortinas con sus uñas largas.
Velozmente había llegado a la cima sin problema alguno. -Nya... a la señorita pechugas le gusta darle taco de ojo a los sirvientes <3.- Ronroneó al ver su rostro ruborizado y se dejó caer de la cortina cayendo en ambas manos y pies, riendo ligeramente... mucha diversión por hoy...
Después de entrar a su habitación hizo una leve reverencia a Konna despidiéndose de ella.
Al encontrar su traje aún mojado no podría regresar a su villa como deseaba para regresar por la mañana, así que lo mejor que podría hacer era dormir... debajo de la cama con miedo a dormir, dormir y despertar, despertar y tener que entrenar... pensando en lo que le esperaba el siguiente día se durmió en cuestión de instantes.

Al abrir los ojos, el sol tempranero se colaba por entre las enormes cortinas. Parecía que nunca se había dormido, pero el cuerpo somnoliento no acataba las ordenes de su voluntad.

Se revolcó unas cuantas veces enredándose en la cama, negándose a esa vocecita insistente que le recordaba las obligaciones que tendría que realizar en el día. Se tumbó boca arriba, observando de reojo la Colt que reposaba sobre la mesita de luz, junto al baso de whisky que nunca terminó.

"Hoy toca comenzar con el entrenamiento de Tao.... ni idea de como lidiaré con eso.." frunció el ceño al pensar en el largo día que le tocaba sobrellevar.

Alguien tocó a su puerta -...Adelante...- un sirviente de frac negro atravesó el umbral de su habitación. Entre sus guantes blancos, una charola de plata cargaba una delicada taza junto a varios terrones de azúcar. El aroma a café inundó la habitación llegando a su nariz, generando que su cuerpo se reincorporara automáticamente. Se sentó en la cama recargándose en uno de los enormes y cómodos cojines.

-Puedes dejarlo aquí..- le señaló, de modo que el sirviente solo se limitó a apoyarlo sobre la mesa junto a la Colt, abrir las cortinas y retirarse de la habitación tras una reverencia. Sus largos dedos tomaron la tibia taza de café, dejando caer tres terrones de azúcar en el obscuro brebaje. Se quedó observándola por unos instantes.

-Hasta es molesto que sean tan perfectos. Los trajes impecables y los modales dignos del Conde Chicoff. Hasta saben a que hora te despiertas y te traen el café... a caso serán capaces de adivinar si me falta papel higiénico estando en el baño?- rió tras aquello, se imaginaba un guante blanco con un rollo de papel escudriñándose por la puerta del baño sin previo aviso.

Disfrutó de aquél café perfectamente preparado en compañía de su matutino cigarro. Y tras una que otra vuelta más, se dispuso a levantarse. Caminó hasta el enorme placar de madera veteada y finamente cincelada, y tras abrir las puertas, todas sus prendas estaba allí. Observó sorprendida, no se imaginaba en qué momento lo habían hecho... o siquiera cómo demonios sabían dónde estaba su choza para traer aquello. Debería hablar después con los sirvientes para que no dijeran nada sobre aquella precaria "morada". "Qué vergüenza si Aeon se enterará!!"

Pero no solo su ropa estaba allí, distintos trajes confeccionados a su medida colgaban prolijamente de sus perchas. Algunos sacos con un estilo antiguo finamente labrados, botas de cuero natural de caña alta tal y cual usaba a menudo ella. Parecía que hasta se hubieran tomado la molestia de fabricarle prendas de su agrado. Un vestido le llamó la atención. El faldón era de un terciopelo color ciruela añejo, con volumen y un frente de seda negro. La parte superior constaba de un corsé negro con el frente de fino encaje y decoraciones en dorado antiguo, bordeado por una cinta del mismo color ciruela que hacía juego con el par de guantes cortos que se situaban en el estante de arriba, acompañados por otro par negro de tres cuartos de brazo. Por debajo, un par de zapatos de tacón aguja de estilo clásico relucían a causa de lo bien lustrados que estaban. Daban a la idea de ser de charol.

-Un...vestido?-musitó. "Ya habrá oportunidad de usarlo" y una sonrisita entretenida iluminó su rostro.

Sin pensarlo demasiado, tomó una camisola de mangas abombadas como se utilizaban en la época de Shakespeare de un tono blanco con una pisca de ocre, un par de calzas negras, unas botas de caña alta del mismo color y un cinto ancho a la cadera que ya venía con la funda para una Colt. Tras acomodar la melena y retocarse el rostro, "prolija" a su manera finalmente salió de la habitación.

Junto a la puerta de Tao un sirviente se encontraba firme allí. Al parecer Tao no respondía a su llamado,quizás ni quería abrirle la puerta. Caminó hasta ésta, y sin siquiera pedir permiso la abrió.

-Tao!! Es hora de levantarse...- dijo sin prestar mucha atención, hasta notar que no había nadie en la habitación. Miró al sirviente como esperando una respuesta, pero ni él podía dársela. Por lo que tenía entendido, en ningún momento la minina había dejado aquella habitación, entonces... dónde estaría?

Se adentró unos cuantos pasos en la recámara, observando las ventanas que estaban cerradas por dentro. Un pequeño sonido provino de la cama vacía, y tras una sonrisa al imaginarse dónde se encontraba la criatura, se agachó junto a la cama levantando el pesado edredón.

-Oye Tao.... Vamos que ya es hora de despabilar- dijo al ver a la minina durmiendo bajo la cama. Se puso en pie y dirigiéndose a la puerta ordenó: -Levántate y desayuna, te esperaré en el patio trasero. No te demores- y con ello cerró la puerta tras de sí.

No había logrado dormir mucho, quizá unas 4 horas pues la amplia habitación no resultaba muy acogedora como les gustaba a los felinos, además extrañaba a su familia... y tenía hambre.
Daba vueltas, rodaba por el piso, iba al baño, salía a los jardines, le soplaba a su traje para que se secara... incluso trató de cantar para arrullarse y poder conciliar el sueño... nada. Al fin logró dormir en la madrugada.

Un rayo de luz que era el reflejo del espejo del tocador de madera blanco entró por un rincón de la habitación hasta dar a los ojos rojos de la minina, esta apenas y abrió sus orbes, quejándose se dio la vuelta para librarse de la luz. -Pff.- se quejó por el trabajo que le costaba moverse y de nuevo se quedó dormida sin escuchar los insistentes y molestos golpes de uno de los sirvientes que le llevaba un plato de galletas y un vaso de leche con miel para ayudarle a despertar.

Comenzaba a retomar el sueño pesado cuando la voz de Konna la interrumpió, planeó ignorarla pero su tutora ya había entrado en su habitación a despertarla personalmente. -Nya~~ es temprano aún... - Se encogió de nuevo dispuesta a seguir durmiendo, cuando un sirviente entró para dejar la leche que aún seguía tibia.
Tao aún sin responder, el sirviente tendría que despertarla, se agachó y observó a la minina dormir, la llamó un par de veces "señorita Tao...";
-Nya!! sólo cinco minutos más... aun tengo sueño.- bostezó y continuó con su labor, pero el sirviente no estaba dispuesto a no cumplir con su trabajo y siguió insistiendo... cuando vio que no funcionaba su técnica, se le ocurrió tomarla de los pies y jalarla afuera de la cama, la neko indispuesta a activarse, se agarró con ambas manos fuertemente de una de las patas de la cama y pataleaba para librarse del molesto "pinguino", maullaba protestando pero al final, la fuerza del sirviente fue mayor y la sacó de la cama (sin mirar nada).

Tao se quedó en el piso protestando un rato -Nya! a la cuenta de tres me levantó!... 1...2...- Siguió protestando...
Finalmente se decidió a quitarse el sueño y se vistió con su traje, se trenzó el cabello y se puso los zapatos y miró de reojo a las galletas... como si le hicieran ojitos y le dijeran "Tao... cómenos...". Sin dudarlo las devoró de una sola mordida y la leche de unos tres tragos, con esta comida se revitalizó y salió corriendo en 4 patas de la habitación escaleras abajo apuntando al comedor.
Al olfatear el desayuno apresuró su paso a todo lo que pudo y entró así a la cocina estrteyándose con la barra donde se encontraban picando la verdura, los sirvientes que se encontraban ahí corrieron a asistirla, pero al parecer la alegre minina ni cuenta se había dado del golpe.
Se reincorporó inmediatamente y corrió al comedor tirando un par de jarrones que se encontraban en su camino, tras cruzar el umbral del comedor, atinó a sentarse de cuclillas en una silla donde ya se habían preparado los platos para la primera comida del día.
Miró impaciente a la pobre mucama la cual se horrorizó de la gran sonrisa de la joven, fue salvada por el cheff que ya tenía preparada su comida, huevos estrellados, tocino, un plato de fruta, un bollo de chocolate y una limonada, la joven devoró todo ni en 15 minutos y los sirvientes que parecían "perfectos" se sorprendieron de su apetito.

Cuando terminó de comer se dirigió al patio donde ya se encontraba Konna esperándola. -NYA!.- levantó una pata a modo de saludo y se paró frente a ella dando pequeños brincos impacientada por el entrenamiento.

El estruendo de los disparos resonaban entre las altas copas de los árboles del jardín. Los casquillos caían al suelo rodando entre sus pies, cuando sintió aproximarse a Tao. Hacía tiempo que no entrenaba, su puntería era fiera y acertada, pero de vez en cuando no venía mal una sesión de tiro al blanco.

Bajó el arma que traía en sus manos al ver a la minina colocarse frente a ella. Se la veía enérgica, y más suponiendo todo lo que se había desayunado.

Ahora tocaba enfrentar el mayor de los desafíos, cómo sería posible entrenar a Tao?

Sobre la mesa de municiones junto a ellas, había un látigo de tientos negros. Lo tomó en mano dando unos cuantos pasos para alejarse de Tao.

-Escúchame bien, ya que lo diré una sola vez- se plantó a unos dos metros de ella, con la mirada fría y empuñando fuertemente el mango del látigo -No tendré compasión contigo, está claro?- Tenía que tener la mente fría, dominar una técnica de tal calibre no sería tarea fácil, y siendo que Tao no tenía ningún poder en él, habría que sacarlo a la fuerza, y eso no le gustaría en lo más mínimo.

-Se acabaron los juegos Taokaka. Ponte en guardia... o esto te dolerá más de lo que imaginas- Con la diestra sostenía el largo látigo, mientras que con la otra la afilada cuchilla brillaba desafiante.

Era momento de entrenar!

La miró tomar el látigo que a vista de Tao parecía interesante y entonces divisó la cuchilla que tenía en la otra mano, su sonrisa desapareció dejando tras de sí una cara de confusión y un mal presentimiento.
La expresión de la mayor era totalmente diferente a la que había visto por la noche, tenía un mal sabor de boca.
Sin confiar mucho retrocedió un par de pasos al tiempo que se le erizaba la cola, la felina huyó a toda la velocidad que podía, sacó sus garras y las encajó en un gran pino que se encontraba cerca y trepó hasta donde pudo, se posicionó en defensa -HISSS!!!.- No tendía idea de que el entrenamiento fuese de esa forma tan busca... quería bajar para "tratar" con el modo de entrenamiento pero sabía que si lo hacía, sería lastimada.

Al parecer Tao iba comprendiendo la magnitud del entrenamiento. Ella clavó la vista en uno de los sirvientes, el cual dejó al descubierto un bulto grande, tapado con un mantel.

-Tráiganmelo!!- ordenó con una cruenta y fría voz. El sirviente sin mosquearse, condujo el bulto hasta su posición. Ella puso una mano sobre el mantel, tomándolo lista para dejar ver que se ocultaba bajo éste.

-Debes dominar aquél poder... cueste lo que cueste- y sin decir más retiró de un solo movimiento la blanca tela, para dejar ver la gran jaula que ocultaba. Uno de sus mininos maullaba asustado entre las frías rejas, aferrado a los barrotes, lloriqueando con la fuerza que le daban sus pequeños pulmones.

Con un ademán el sirviente abrió la jaula, tomando con una mano el pellejo de éste, dejándolo suspendido en el aire.

-Te lo explicaré- dijo dando unos pasos hasta quedar cerca del estruendoso minino -Cuanto más tardes, más sufrirá él- y con eso le propinó un brusco latigazo, cuyo chasquido retumbó fiero en los oídos de los presentes.

Miró atenta a la mesa tratando de olfatear lo que se encontraba ahí, era algo familiar... muy familiar... no podía ser... y un instante después, Konna retiró el mantel confirmando su temor, al ver a una de sus pequeñas crías se le erizó la piel y ahora su posición había cambiado a una de ataque.
Cuando le vio levantar el látigo se sobresaltó -NOOO!!!.- salió disparada del árbol con sus garras totalmente extendidas apuntando al cuerpo de la mayor , por nada del mundo dejaría que siquiera le pusieran un dedo encima a sus nekitos sin tomar represalias.
Por más que lloraba la pobre criatura, Tao se enfurecía, esos maullidos le destruían el alma y la incitaban a atacar.

La vio venir con ese fiero instinto maternal buscando asesinarla con el primer zarpaso, pero no le permitiría tocarle ni un pelo. De una sola patada la echó hacia atrás. -Oooh~ Qué sucede Taokaka? A caso te molesta eso?- el tono de su voz era provocativo y buscaba desquisirala a la primera. Volvió a levantar el látigo, propinando dos asquerosamente fuertes golpes contra el pequeño cuerpo indefenso de la criatura. Éste pegó un desgarrador alarido al sentir los duros tientos lastimar su piel. -VAMOS TAO!! O ACASO PERMITIRAS QUE LO HIERA??!- le gritó con fuerza a ver si la neko reaccionaba.

Volvió a golpearlo con brutalidad. Unas cuantas gotas de sangre mancharon el suelo bajo sus pies, mientras el minino solo podía llorar indefenso en las manos de quien lo retenía. Las lágrimas caían a mares de sus pequeños ojos, mientras la sangre se escurría por sus heridas.

-O te apuras... o lo mato-

Se reincorporó de inmediato y al ver cómo lo golpeaba con ese látigo al cual ahora le tenía un temor extremo, la encolerada chica volvió a correar, más bien a "volar" hacia la mujer con claras intenciones de matarla y arrebatarle al pobre minino que lloraba a mares, sus lágrimas la incitaban cada vez más, soltó dos veloces zarpazos directo a la cara de Konna, se alejó un par de metros para tomar impulso y continuar atacando, esta vez apuntaba a su rostro y a sus brazos.
Sus ojos se volvían cada vez más eufóricos y las embestidas más rápidas, Su mente se puso en blanco y lo único que escuchaba eran los lloriqueos de su indefensa cría y la frase "o lo mato". Estaba desesperada por conseguir su valioso tesoro, al rito de sus ataques y del llanto de la criatura, las lágrimas de Tao comenzaban a brotar y su fuerza a hacerse cada vez más visible.

Directo al rostro, traicioneros los ataque de la encolerizada Tao. Aquellos fueron más difíciles de esquivar, pero no imposibles. Una pequeña línea de sangre brotó de su mejilla derecha. -Tsk~- se pasó el pulgar corriendo la sangre para luego lamerse el dedo.

-Sigue sin alcanzar- Tomó la cuchilla que llevaba en su mano, haciendo una herida leve sobre el pecho del gatito. Éste gritaba espamentoso, sus chillidos rompían los oídos, sus lágrimas empapaban el suelo mezclándose con la sangre que caía de su cuerpo.

-Ya me estoy aburriendo....- comenzó a cortar más profundo en el pecho de la pequeña criatura, haciéndole gritar a un más fuerte del dolor. A poco parecía que estaba por perder el conocimiento.

Miraba horrorizada y con lágrimas en sus ojos cómo la mujer pasaba la cuchilla por el pecho de la pobre criatura, ahora su desesperación era enloquecedora.
Podía ver el rostro de su cría, lloraba con todas sus fuerzas duplicando que le salvara, no podía tolerar sus gritos.

Cuando encajó el arma por segunda vez en el pecho del neko, Tao no sabía qué hacer. -NO! POR FAVOR NO!!.- Lloraba desesperadamente y gritaba conla misma fuerza que su cría. pero con sus súplicas no lograría nada.
Cuando los ojos del pequeño comenzaban a cerrarse, no toleró más y se incorporó cambiando totalmente su expresión inocente. Se abalanzó hacia Konna con toda la fuerza que tenía y la embestía con ferocidad, tenía toda la intención de matarla así que para nada se limitó, no podía sentir dolor, ahora ni escuchar el llanto de su gatito, tan sólo quería matar a esa mujer.

Otra vez, pero peor... -Eso es Tao!! ESO ES!! MATEMEE!!- la incitó con toda la fiereza de al cual fue capaz, corriendo directo a su encuentro. La velocidad de ambos movimientos era sorprendente. Las garras afiladas que se aproximaban destellaban aquél particular brillo sediento de sangre. Los ojos de Tao ya no eran los mismos, iluminaban su rostro enfurecido, perdiendo la cordura con cada paso que daba.

Allí estaba, a nada de impactar, viendo como la fiera garra se abalanzaba contra ella buscando arrematar. En un movimiento desvió con la mano contraria aquel ataque, haciendo que el torso de Tao se desviara levemente hacia el lado contrario, permitiéndole a ella flanquear su defensa. Un puñetazo limpio se estroló contra el rostro de la fiera, haciendo que derrapara a un lado, al tiempo que tomaba la Colt entre manos y con un simple disparo, arrematar nuevamente contra la indefensa criatura en manos del sirviente. La sangre salpicó al demonio vestido de frac, manchando el suelo aún más. El alarido ya apenas era audible... no le quedaban fuerzas a la pequeña criatura para gritar. Lentamente sus brillantes ojitos se iban apagando, dejándose vencer por las heridas en su pequeño cuerpo.

Sin perder un segundo, se volteó en el mismo movimiento hacia Tao, para no darle oportunidad de atacarla por al espalda.

"Si llego a descuidarme, aún que sea por un segundo....... adiós vida mía"

El sonido del disparo fue el detonador, no le perdonaría la vida a esa mujer, sus garras crecieron al igual que sus colmillos, sus movimientos eran demasiado veloces y sus pisadas con tal fuerza que levantaban la tierra del pasto y dejaban una gran marca tras estas, atacaba con toda la energía que tenía y destruía lo que se encontraba a su paso, el cesped ahora no era más que una mezcla de lodo y pasto, levantó la jaula donde antes se encontraba su cría y la lanzó con fuerza hacia Konna que hábilmente esquivaba sus ataques, quizá y una pequeña parte del tan "honorable" poder estaba mostrándose, totalmente enloquecida, corría hacia atrás para tomarse impulso, ya había destruido la bella fuente y la mesa de té, cada vez se acercaba más a su presa y cerraba sus ataques, no parpadeaba y contenía la respiración aún con lágrimas en sus ojos, cada vez la distancia entre ella y Konna era menor, no podía dejar que después de haberle echo tanto daño a su adorado minino continuara con vida.

La jaula se arremató fiera contra ella, tapándole la visual de dónde se encontraba Tao. Saltó por los aires para esquivarla, pasando justo por sobre el enorme bulto, cuando vio a Tao a metros de ella. Acercándose a toda velocidad, decidida a acabar con su vida. Un latigazo terminó por enredarse en una de las muñecas de la fiera embravecida. Al jalar de ésta, Tao voló por los aires, cayendo sobre el jardín de arbustos.

-INVOCA EL BLAZBLUE!! AHORA!!- demandó en un aguerrido grito, mientras el sonido de la Colt retumbaba en el ambiente. El pequeño cuerpo del gatito convulsionó tras recibir los cuatro balazos,quitándole el aliento y deteniendo su pequeño corazón.

El sirviente arrojó a sus pies el inerte cuerpo de la criaturita, que se desangraba ya sin vida. -Tsk~... Ves? Esto es lo que pasa cuando no te esfuerzas lo suficiente- y pateó con fuerza el cadáver del gatito, haciéndolo rodar hasta dónde Tao se encontraba.

-En tu villa hay muchos de estos......... no me costaría nada traer unos cuantos más- dijo encendiéndose un cigarro mientras esperaba a que Tao se recompusiera -Quizás sea mas divertido verlos desangrarse lentamente que esperar a que me propines un golpe decente...- dio un par de pasos al frente.

-Ahora lo sabes....... la única forma de vencerme es invocando el Blazblue. Si no lo haces.... despídete de tus otros once gatitos- y con eso le clavó la asesina mirada. Ni un solo pelo se le movía al pronunciar aquellas cruentas palabras.

Se detuvo al escuchar los balazos y giró la cabeza hacia el sirviente mirando horrorizada el cuerpo de su pequeño impactar en el en duro suelo, no supo qué hacer, contenía la respiración y le temblaba el cuerpo.
Tomó el cuerpo de la criatura sacudiéndolo levemente, buscando vanamente alguna señal de vida, las lágrimas no dejaban de correr por su rostro, agachó la cabeza y comenzó a sollozar en silencio, sus piernas flaquearon y se arrodillo dejando el cuerpo en el piso.
De repente se abalanzó hacia Konna una vez más, sus ojos se habían tornado negros confundiéndose con la sobra que creaba su capucha, tras cada pisada que daba, el suelo que rodeaba su pie se levantaba dejando una gran marca, todo lo que estuviera a su alcance lo destruía, lanzó zarpazos hacía Konna buscando que retrocediera y así poder acorralarla entre uno de los ventanales de la entrada de la mansión y con ambas patas embestir rompiendo el ventanal y sin perder un segundo continuó atacando a la mayor esta vez con ataques más precisos y decididos, Encajó sus garras en una un poste de cerámica con una maceta encima y lo lanzó hacia Konna para aprovechar poder atacarle por la espalda al distraerse esta.

Una sonrisita burlona se le pintó en los labios al ver la reacción de Tao. Ya estaba finalmente fuera de sí, y volvió a atacar con una fiereza aún mayor. La velocidad y agilidad que le imprimía a sus ataques rayaba lo sorprendente, haciéndole difícil esquivarlos.

A duras penas podía evitar que le arrancara la cabeza de un zapaso. Sintió el ventanal tras de sí, bloqueando con ambos brazos las patas de Tao, que la hicieron atravesar los enormes cristales. Un prominente estallido retumbó al quebrarse los vidrios, hiriéndole los brazos y el rostro. Dio la espalda contra una enorme biblioteca de madera que se ubicaba en uno de los vestíbulos, y para cuando pudo fijar nuevamente la vista el postigo de cerámica se dirigía directo a ella. Los ojos se le abrieron de par en par al sentir el terrible impacto de la cerámica contra su cuerpo, rompiéndose en dos a causa de la inercia.

Se puso en pie con toda la fuerza de la cual fue capaz "Por fin está funcionando.... Ya pronto veremos de qué se trata" Pero allí venía Tao otra vez. A merced de sus asesinos instintos, arremataba contra ella a fuerza de pulmón y puño. Desvió unos cuantos y esquivó otros tantos, corriendo por los pasillos de la mansión en busca de una brecha para reponerse.

Encontró las escaleras que llevaban al piso superior, y corrió cuesta arriba metiéndose en una habitación.

Apoyó la espalda contra el marco de uno de los ventanales que daba al patio trasero. No podría esconderse por mucho, pero solo necesitaba unos segundos. Su ojo derecho comenzó a punzar más de lo normal, haciendo que todo se viera violáceo. La temperatura subió abruptamente y todas las heridas ardieron en simultáneo, pero ya podía escuchar a Tao tras la puerta cerrada. Abrió como pudo la enorme ventana y saltó por esta, sintiendo como su cuerpo quemaba por más de que la brisa fresca rozara su piel. Al tocar el suelo se levantó como si nada. Ya nada dolía y nada sangraba. Aquél regalo de Aeon le estaba salvando la vida. Sus heridas habían sanado, las costillas dañadas estaban renovadas... Regresó al estado óptimo en el que se encontraba antes de comenzar con todo aquello.

Levantó la mirada a la ventana por la cual se había arrojado, esperando ver el rostro de Tao asomarse por ésta.

La siguió por los pasillos de la mansión desgarrando las paredes con sus largas garras y destruyendo con el simple pensamiento los jarrones, mesas, cuadros, ventanas y demás cosas que se le cruzaban.
Se quedó quieta un momento, le había perdido de vista, haciendo uso de su fino oído la encontró, subió las escaleras de unos cuantos pasos y nos segundos después ya se encontraba destruyendo la puerta con sus garras frenéticamente hasta que finalmente hizo un agujero en la puerta donde cabía su cuerpo... pero la habitación estaba vacía y la ventana abierta, caminó tranquilamente por la habitación arrastrando sus garras que llegaban hasta el piso y con estas destrozaba el azulejo y lo que era de porcelana que se encontraba al rededor de ella iba estallando a medida que se acercaba.
Tomó vuelo y brincó por el ventanal también cayendo casi encima de Konna a la cual ya había atacado de nuevo, sólo que ahora con cada zarpazo, lo que las rodeaba, pared, arbustos, árboles se iban destruyendo al ritmo, comenzó a golpear hacia el frente en lugar de zarpazos para encajar sus garras en el cuerpo de la mayor.