Cripta Alucard

por Invitado Sáb Mar 30, 2013 5:23 am

El eco de cada pisada retumbaba por la escalinata tubular mientras descendía paso a paso hasta el subterráneo con el candelero de mano iluminando la garganta a su mazmorra, al terminar los escalones un conducto lo encauzó directamente hacia lo que sería su lecho. Cruzando el drenaje reconoció su cubículo por el féretro en el suelo. Por un momento se sentó sobre el ataúd que hallábase dispuesto en un rincón y examinó la morada con la tenue luz de la vela, en el vértice opuesto un pequeño agujero permitía a las ratas acceder a diestra y siniestra, apresuradamente éstas se abalanzaron sobre el intruso, intentando trepar por sus botas.
La cara del vampiro entonces se encendió, mostrando una sonrisa neurótica.. Sí! No habría de aburrirse en aquel calabozo, podría disfrutar de torturas a las ratas, arrancar sus cabezas a mordidas y empalarlas con astillas de madera del piso agrietado como en los viejos tiempos.. Mucha diversión, pensó!... Su sonrisa perturbada se desvaneció lentamente expresando luego malestar, como a un niño al que le niegan su juguete, tenia un compromiso previo y no era común en él retrasarse, por lo que los roedores habrían de esperar.
La llama de la vela danzaba con arrojo sin saber que su muerte era próxima. Casi toda la cera se había desparramado en el piso para el momento en que el vampiro se levantó y cuando la flama habíase extinguido nadie había ya en la ergástula.